martes, 17 de julio de 2012

Anhedonia (10ma entrega)

10mo! fasciculo de la novela que el Club publica cada semana.
y como siempre, con la banda de sonido seleccionada por su autor, Bernabé Ferreyra.

La historia toma un extraño rumbo a partir de ahora...

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quisiera preguntárselo todo, pero no puedo, no sé cómo hacerlo, ¿qué es ese misterio de lo que quiero de ti, qué es el hombre o la mujer, el amor, qué quiero decir con amor; por qué debo insistir y preguntar, y por qué me voy y te dejo en tu pobre mísero cuartito...?

jack kerouac, 'los subterráneos'.

nos espiaban con satélites.


sección j

 ana se ponía paranoica y robó un auto azul. sus antiguos propietarios no se habían molestado de sacarle los desechos de paloma del parabrisas, así que prácticamente les hicimos un favor. apenas sabía conducir, así que nos movíamos sin control alguno, escapando de los semáforos porque ella decía que tenían cámaras. la policía tenía un registro con nuestros crímenes, nuestros robos, nuestros pensamientos, nuestras huellas digitales sacadas de vitrinas que contenían enormes diamantes de las casas de ejecutivos poderosos. tomaban nota de cada camino que seguíamos, de cada paso que dábamos, cada servilleta que tocábamos. el gobierno y la seguridad nacional se nos caían encima. se disfrazaban de participantes del missing children para revisar nuestras casas. si parábamos en un hotel, sabíamos que nos exponíamos a sus cámaras. no había razón para que no nos persiguieran.

 en el baúl había bolsas con muchas billeteras, documentos de identidad, tarjetas de crédito, llaves y esas cosas. conseguí un cassette de jimmy hendrix y lo escuchamos y como no me gustó envolví con su cinta todo el asiento del acompañante. solamente dábamos vueltas con el auto. en parte era divertido, pero también era psicótico. me aterraba pensar que nos podían atrapar robando o algo así. no quería ir a la cárcel. solamente tenía dieciséis años.

 la verdad es que ninguna de las dos soportó más de una semana sin sus pastillas. las busqué en la basura y ya no estaban así que ella se las arregló para conseguir nuevas mas tarde. si, soy débil.

 marquemos un momento presente. si. imaginame en el baúl con el auto en movimiento la una de la mañana, sacando la mano para pintar el pavimento con aerosoles de distintos colores. cuando paraba en un semáforo se hacía la flecha.

    en la noche de las sirenas. las noches eran infinitas. no se porqué hacíamos eso. me esforzaba más que nadie en desdibujar nuestras pieles, como si fueran un vestido y los huesos y sangre fueran nuestra verdadera desnudez. nos movíamos, y nos movíamos, y nos movíamos, y otra vez.

seguía tirando aerosol y vi una luz. la policía estaba cerca. cerré el baúl y me pasé al asiento delantero, llena de miedo, diciéndole que estacionemos en algún lado. se le ocurrió la estúpida gran idea de estacionarse cerca de una estación de trenes abandonada. tétrico. las vías muertas, los vagones vacíos o con algún que otro pobre sin hogar. era un pozo ciego. eso es lo que me aterra de las zonas abandonadas como las industriales: que son como agujeros negros en los que desaparecés. lugares de los que no podés salir.

     no era tan estúpida como para no darme cuenta que estaba teniendo una vida de ficción muy peligrosa. no teníamos el control de nada, no disfrutaba de nada. no ganábamos nada que sea valioso para nuestras vidas. la dejábamos pasar. nada de esto estaba bien. tampoco empujar a una persona con problemas psicológicos graves a cometer crímenes y dañar su cuerpo. no sabía si yo era realmente lo que le hacía hacer esas cosas a ana, pero lo hacía. no es ninguna noticia que tiendo a no caerle bien a nadie, así que no debería hacerles el mal a las personas que se quedan a mi lado.

* * *

los días estaban llenos de aire.

(continua la prox. semana)

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