viernes, 16 de marzo de 2012

Escritor@ invitad@: M.

Una habitación circular de paredes y techo blancos. Tiene muchas ventanas, una al lado de la otra, con vidrios y sin cortinas. Algunas ventanas  tienen pegados en sus vidrios pedazos  de papel glasé verde, plateado y fucsia,  como formando un collage. Es de día y hay bastante luz en la habitación. Un manojo de brújulas cuelga del techo y en el centro del cuarto, una araña con decenas de gotas de cristal. Hay una mezcla de olor a desinfectante y pochoclo recién hecho. Una bicicleta antigua está  apoyada contra la pared, tiene un timbre plateado sobre el manubrio y suena con un sonido agudo cada tanto. Sobre una mesita de apoyo  redonda y alta hay un teléfono negro con manivela y un caramelero lleno de  caramelos que desbordan la caja. Al lado, una silla de terciopelo blanco. Más lejos, una mesita rectangular de madera con una tijera larga plateada, montoncitos desordenados de papel glasé de varios colores y una Boligoma.  En el piso, cerca de una de las ventanas, una pila de libros alta, y encima una pecera con un  barco hundido, un cofre y un pececito dorado. En el piso, una nena con anteojos y vestido amarillo  arma un castillo de naipes. Tiene hipo y cuando no tiene hipo canta una canción y se ríe.  Afuera, un nene con un gorro  color azul, se apoya en la ventana y mira hacia adentro. Golpea con los nudillos sobre el vidrio. Se oye un silbato y aplausos. Una pelota llega de la nada, golpea al nene en la cabeza  y se va corriendo. Hay olor a quemado. De un cesto de residuos verde sale un humo negro. La nena se levanta del piso y tira en el cesto las cartas que usa para el castillo.  Tira de a montoncitos  y se ríe a carcajadas. ¿Qué estás haciendo?...se escucha. Nada, dice la nena y tose.

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