Despierto y la cabeza se me parte en cuatro, la noche de ayer empezó con
furia pero no recuerdo cómo terminó. Una imagen se me aparece al cerrar los
ojos: plano medio del señor director. Siento vergüenza pero no sé qué la
origina. ¡¿Qué pasó?!...un balde al lado de mi cama da la primera respuesta,
contiene un vómito casi transparente y papel higiénico hecho pedazos. En la
ducha intento reconstruir los acontecimientos pero cada vez que cierro los ojos
aparecen solo fotografías. En una veo desde la
puerta de entrada el interior de un bar amplio y casi vacío, pintado de colores
negro y rojo intercalados en pisos y bordes, sus puertas son altas de madera
laqueada. Agarro el cepillo de dientes y aparece la segunda foto: riéndome con
las chicas en el baño del boliche. Tan desenfocada como la imagen que me
devuelve el espejo empañado aparece la tercera: yo miraba al director desde el
centro de la pista, él charlaba y tomaba cerveza ajeno a mí, en esa oscuridad
distorsionada lo vi sonreír. Con la náusea resacosa vuelve la sensación de
vergüenza que me hunde el pecho, escupo los restos de saliva y pasta dental en
el lavabo. Salgo del baño con el cerebro hinchado y olor a jabón de almendras.
mientras me seco el cabello aparece otra fotografía, la menos inocente, se ve
que tuve muy cerca al señor director, pero no tanto como lo deseaba, su
indiferencia me provocaba una excitación que crecía al frotarme con crema las
piernas. la ropa limpia dio un poco de alivio a mi piel adolorida de soledad. Después
de fumar me quedé dormida.
Escena uno
Interior de
una habitación blanca, era de noche, afuera se escuchaban cantos arábigos. El
pescador me miró cuando crucé la puerta. Yo llevaba puesto un vestido blanco
con flores amarillas corto muy corto, y tacos altos. Él, sentado frente a la
ventana, miraba a un punto lejano fuera de la habitación, fuera del tiempo. Lo
mire y las piernas empezaron a temblarme. Su cara era grande, las canas le
pintaban bigote y barba. Pronuncié su nombre, pero no respondió. Con color
marrón se escribían sobre la pared las palabras del primer hombre que me
excitó, dolor, placer, carne, vicio y distorsión. La locura del marqués de sade
me revolvía el cuerpo hasta las fibras más íntimas. Él seguía mirando hacia la
meca. Así que mis manos recorrieron mi piel hasta encontrar ese lugar, la zona
más sensible de mi cuerpo. Él no pudo seguir ignorándome. Caminó hacia mí
y me desmoroné en sus brazos. Por la cintura me aventó a la cama de hotel. Los
cantos habían cesado. Pero afuera todo era fiesta, la autodeterminación del
estrecho de Gibraltar iniciaba tras el referéndum. Adentro y con los ojos
cerrados, MIENTRAS SUS DEDOS SE HUNDÍAN
EN MIS MUSLOS RECORDABA UNA CANCIÓN FRANCESA DE LA ÉPOCA.
Escena dos
Una playa, era
de día. El pescador y yo nadábamos en el mar, atardecía. Las olas se tornaban
caóticas, la corriente me empujó mar adentro. Él se mantuvo quieto cuando
sintió la corriente debajo de los pies y poco a poco fue saliendo. Sentirme
devorada me obligó a mover brazos y piernas desesperada, me fui quedando sin
fuerza y le pedí auxilio. Él me gritó: – ¡tranquila, deja de moverte y llena
tus pulmones, vas a encontrar cómo impulsarte!
Me desesperé,
sentía un monstruo jalándome. Después de un rato que pareció una eternidad
logré salir nadando hasta que toqué arena con los pies, quise gritarle pero
solo alcancé a murmurar: – ¿por qué fuiste tan cruel?– él respondió: –
confiaba en que podías nadar sola hasta la orilla. –
Escena tres
Caminaba por
las calles cantando:
Despertaste tu
Casi dormido
Y me querías decir, no sé qué cosa
Pero calle tu boca con mis labios
Y así pasaron muchas, muchas horas…
La llave se
reía de mi cuando intenté abrir esa puerta gigante de herrería, se rehusaba a
entrar en la cerradura. Yo sólo deseaba beber de su piel. Entré a la habitación
y antes de poder besarlo me interrumpió: –si vienes borracha no te quiero
en mi cama. –
Escena cuatro
Nos despedimos
en un muelle, era de noche. Se sentía el vaivén de la marea en la lancha. La
mañana siguiente él se iría de pesca a otro mar. La luna se miraba frente al
espejo distorsionado. El horizonte dejaba de ser una línea recta, así se hacía
evidente la curvatura de la tierra y el movimiento de los astros. Deseaba
grabar en piedra su perfil. Saqué del bolso una libreta para dibujar. Él me
contaba otra de sus historias con esa voz áspera que nacía del interior de su
cuerpo grande y fuerte. Había participado en otras revueltas, fabricaba armas y
explosivos, ser pescador era un oficio pero su pasión era la aventura y la
libertad.
Después del
sexo de despedida, que me sabía a melancolía y a poco. Todavía desnuda y
encaramada en sus piernas, le leí las cartas que mis compañeros del centro de
estudiantes me habían escrito y enviado a su apartado postal en marruecos. Era
como lo imaginaba, una gran represión sobre los universitarios, los comunistas
y los sindicatos. Era septiembre del sesenta y ocho y México había sido elegido
como sede para las olimpiadas de ese año. El panorama era oscuro y desalentador
pues el espectáculo deportivo era el pretexto y la cortina de humo perfecta
para ocultar y exterminar el movimiento.
Escena cinco
Interior de un
avión, no sabía si era de noche o de día pero el sol venía detrás. Una voz aguda
y servicial se metió en el sueño dentro del sueño –señorita,
¡señorita despierte! Yo contesté: –un whisky por favor–. la azafata
sonrió diciendo: –estamos a punto de aterrizar, no servimos más bebidas, la
desperté para que se abroche el cinturón de seguridad –
por la ventana
se miraba el popocatépetl y su compañera la iztaccihuatl, el volcán y la
montaña que custodian a la ciudad que nunca duerme y nunca termina, el cerro de
la estrella y sus tres cruces saludaban y daban la bienvenida desde la época
prehispánica al de aquí y al de allá. un año atrás salí huyendo y buscando al
mismo tiempo. Volver me había salido caro, y no solo por los precios
desorbitados de las fechas olímpicas.
Fundido a
negro
Suena el despertador, tengo ensayo en una hora y la resaca no se ha ido por
completo. Las escenas del sueño ahora sustituyen a las fotografías de la noche
anterior. Salgo de casa, me pongo los lentes oscuros, enciendo el mp3 y chávela
canta:
Yo me volví a
perder entre tus brazos
Tú me querías
decir no se qué cosa
Pero callé tu
boca con mis besos
Y así pasaron
muchas, muchas horas…
Nunca estuve en Gibraltar y jamás he visto a ese pescador. Pero cada pieza
de este rompecabezas fue más que una foto, casi una exposición radiográfica de
mi pecho. Entre la investigación que hice para el documental y la figura del señor
director siendo indiferente a mi cuerpo sediento, se detonó un cartucho de
dinamita escondido. Sepultado entre los restos de los hombres que amé se
encontraba el otro factor, además del aguardiente, que originó mi resaca: la
náusea profunda del que ha representado un papel que deja al descubierto su
infierno interior.
Despierto y la cabeza se me parte en cuatro, la noche de ayer empezó con
furia pero no recuerdo cómo terminó. Una imagen se me aparece al cerrar los
ojos: plano medio del señor director. Siento vergüenza pero no sé qué la
origina. ¡¿Qué pasó?!...un balde al lado de mi cama da la primera respuesta,
contiene un vómito casi transparente y papel higiénico hecho pedazos. En la
ducha intento reconstruir los acontecimientos pero cada vez que cierro los ojos
aparecen solo fotografías. En una veo desde la
puerta de entrada el interior de un bar amplio y casi vacío, pintado de colores
negro y rojo intercalados en pisos y bordes, sus puertas son altas de madera
laqueada. Agarro el cepillo de dientes y aparece la segunda foto: riéndome con
las chicas en el baño del boliche. Tan desenfocada como la imagen que me
devuelve el espejo empañado aparece la tercera: yo miraba al director desde el
centro de la pista, él charlaba y tomaba cerveza ajeno a mí, en esa oscuridad
distorsionada lo vi sonreír. Con la náusea resacosa vuelve la sensación de
vergüenza que me hunde el pecho, escupo los restos de saliva y pasta dental en
el lavabo. Salgo del baño con el cerebro hinchado y olor a jabón de almendras.
mientras me seco el cabello aparece otra fotografía, la menos inocente, se ve
que tuve muy cerca al señor director, pero no tanto como lo deseaba, su
indiferencia me provocaba una excitación que crecía al frotarme con crema las
piernas. la ropa limpia dio un poco de alivio a mi piel adolorida de soledad. Después
de fumar me quedé dormida.
Escena uno
Interior de
una habitación blanca, era de noche, afuera se escuchaban cantos arábigos. El
pescador me miró cuando crucé la puerta. Yo llevaba puesto un vestido blanco
con flores amarillas corto muy corto, y tacos altos. Él, sentado frente a la
ventana, miraba a un punto lejano fuera de la habitación, fuera del tiempo. Lo
mire y las piernas empezaron a temblarme. Su cara era grande, las canas le
pintaban bigote y barba. Pronuncié su nombre, pero no respondió. Con color
marrón se escribían sobre la pared las palabras del primer hombre que me
excitó, dolor, placer, carne, vicio y distorsión. La locura del marqués de sade
me revolvía el cuerpo hasta las fibras más íntimas. Él seguía mirando hacia la
meca. Así que mis manos recorrieron mi piel hasta encontrar ese lugar, la zona
más sensible de mi cuerpo. Él no pudo seguir ignorándome. Caminó hacia mí
y me desmoroné en sus brazos. Por la cintura me aventó a la cama de hotel. Los
cantos habían cesado. Pero afuera todo era fiesta, la autodeterminación del
estrecho de Gibraltar iniciaba tras el referéndum. Adentro y con los ojos
cerrados, MIENTRAS SUS DEDOS SE HUNDÍAN
EN MIS MUSLOS RECORDABA UNA CANCIÓN FRANCESA DE LA ÉPOCA.
Escena dos
Una playa, era
de día. El pescador y yo nadábamos en el mar, atardecía. Las olas se tornaban
caóticas, la corriente me empujó mar adentro. Él se mantuvo quieto cuando
sintió la corriente debajo de los pies y poco a poco fue saliendo. Sentirme
devorada me obligó a mover brazos y piernas desesperada, me fui quedando sin
fuerza y le pedí auxilio. Él me gritó: – ¡tranquila, deja de moverte y llena
tus pulmones, vas a encontrar cómo impulsarte!
Me desesperé,
sentía un monstruo jalándome. Después de un rato que pareció una eternidad
logré salir nadando hasta que toqué arena con los pies, quise gritarle pero
solo alcancé a murmurar: – ¿por qué fuiste tan cruel?– él respondió: –
confiaba en que podías nadar sola hasta la orilla. –
Escena tres
Caminaba por
las calles cantando:
Despertaste tu
Casi dormido
Y me querías decir, no sé qué cosa
Pero calle tu boca con mis labios
Y así pasaron muchas, muchas horas…
La llave se
reía de mi cuando intenté abrir esa puerta gigante de herrería, se rehusaba a
entrar en la cerradura. Yo sólo deseaba beber de su piel. Entré a la habitación
y antes de poder besarlo me interrumpió: –si vienes borracha no te quiero
en mi cama. –
Escena cuatro
Nos despedimos
en un muelle, era de noche. Se sentía el vaivén de la marea en la lancha. La
mañana siguiente él se iría de pesca a otro mar. La luna se miraba frente al
espejo distorsionado. El horizonte dejaba de ser una línea recta, así se hacía
evidente la curvatura de la tierra y el movimiento de los astros. Deseaba
grabar en piedra su perfil. Saqué del bolso una libreta para dibujar. Él me
contaba otra de sus historias con esa voz áspera que nacía del interior de su
cuerpo grande y fuerte. Había participado en otras revueltas, fabricaba armas y
explosivos, ser pescador era un oficio pero su pasión era la aventura y la
libertad.
Después del
sexo de despedida, que me sabía a melancolía y a poco. Todavía desnuda y
encaramada en sus piernas, le leí las cartas que mis compañeros del centro de
estudiantes me habían escrito y enviado a su apartado postal en marruecos. Era
como lo imaginaba, una gran represión sobre los universitarios, los comunistas
y los sindicatos. Era septiembre del sesenta y ocho y México había sido elegido
como sede para las olimpiadas de ese año. El panorama era oscuro y desalentador
pues el espectáculo deportivo era el pretexto y la cortina de humo perfecta
para ocultar y exterminar el movimiento.
Escena cinco
Interior de un
avión, no sabía si era de noche o de día pero el sol venía detrás. Una voz aguda
y servicial se metió en el sueño dentro del sueño –señorita,
¡señorita despierte! Yo contesté: –un whisky por favor–. la azafata
sonrió diciendo: –estamos a punto de aterrizar, no servimos más bebidas, la
desperté para que se abroche el cinturón de seguridad –
por la ventana
se miraba el popocatépetl y su compañera la iztaccihuatl, el volcán y la
montaña que custodian a la ciudad que nunca duerme y nunca termina, el cerro de
la estrella y sus tres cruces saludaban y daban la bienvenida desde la época
prehispánica al de aquí y al de allá. un año atrás salí huyendo y buscando al
mismo tiempo. Volver me había salido caro, y no solo por los precios
desorbitados de las fechas olímpicas.
Fundido a
negro
Suena el despertador, tengo ensayo en una hora y la resaca no se ha ido por
completo. Las escenas del sueño ahora sustituyen a las fotografías de la noche
anterior. Salgo de casa, me pongo los lentes oscuros, enciendo el mp3 y chávela
canta:
Yo me volví a
perder entre tus brazos
Tú me querías
decir no se qué cosa
Pero callé tu
boca con mis besos
Y así pasaron
muchas, muchas horas…
Nunca estuve en Gibraltar y jamás he visto a ese pescador. Pero cada pieza
de este rompecabezas fue más que una foto, casi una exposición radiográfica de
mi pecho. Entre la investigación que hice para el documental y la figura del señor
director siendo indiferente a mi cuerpo sediento, se detonó un cartucho de
dinamita escondido. Sepultado entre los restos de los hombres que amé se
encontraba el otro factor, además del aguardiente, que originó mi resaca: la
náusea profunda del que ha representado un papel que deja al descubierto su
infierno interior.
me encanto. Felicitaciones a Jotayge. Realmente genial. Queremos mas!
ResponderEliminarOutstanding story thеre. What happened after? Good luck!
ResponderEliminarmy web site ... xxx penis dick Cunt vagina
First off I wаnt to say excellent blog!
ResponderEliminarI had a quіck questiοn in ωhich I'd like to ask if you do not mind. I was interested to find out how you center yourself and clear your thoughts before writing. I have had trouble clearing my mind in getting my ideas out there. I do take pleasure in writing but it just seems like the first 10 to 15 minutes are usually lost simply just trying to figure out how to begin. Any recommendations or hints? Appreciate it!
Feel free to surf to my webpage - xxx penis dick cunt vagina