lunes, 28 de mayo de 2012

Anhedonia (Tercera Parte)

Tercer "fascículo" de la novela que el Club publica cada semana, y como siempre, con la banda de sonido seleccionada por su autor, Bernabé Ferreyra.

(link parte 1 aqui)

(link parte 2 aqui)



sección c


cenando, sintiéndome como algo cercano a una persona con una rara mutación en su cuerpo, y treinta doctores mirando y anotando cosas en cuadernos, algunos sacando fotos. en el boliche, sintiéndome como si tuviera en mi rostro un feto muerto e inoperable, y gente pensando que el lugar en el que podría, si pudiera, encontrarme en un estado remotamente similar a algo llamado comodidad, sería el circo.

estaba ahí decidida a ocupar el lugar de otra persona, tal vez divertida y alcohólica. la gente de los bares no debería dejarme entrar. soy como una estatua. no tengo utilidad. solo estoy ahí.

la chicas bailaban. las luces, la música, el ruido. la gente no me gustaba. no podía entenderme. me fastidiaba darme cuenta de que no me divertía lo divertido. me parecía estúpido y la verdad es que no iba a cambiar nunca de opinión. yo no tenía que estar ahí, pero estaba ahí, atraída y engañada por luces y alguna que otra promesa de algo emocionante que se disolvió en el aire. en cambio estaba atrapada en una burbuja psicodélica y enferma. pero no era culpa del lugar y de las personas. no era su culpa que fueran tan poca cosa. la cuestión era que yo seguía atrapada dentro de mi cuerpo y ya no me importaba tanto a mi misma, y era lo mismo estar dentro o fuera.

me molestaba que lo más emocionante de mi vida sea eso. todos los días sin nada. mi tiempo limitado por el día y la noche, por las semanas, los meses y los años. horas y horas y horas y muchas horas y conocer a personas y personas y personas y más personas que no iban a ofrecerme nada o que no tenían nada que fuera digno de algo cercano a lo que podría llamarse mi interés. pasarse la vida conociendo a gente que no me interesaba.

contemplé la triste posibilidad de tener una verdadero desviación psicológica debido a mi soledad, a la presión que siento por ser pobre, a mi frustración social y sexual. me sentía como un parásito chapándoles la vida a las personas con las que solamente hablaba durante segundos. tuve miedo de no saber hacer otra cosa que no sea lo que me dicen que haga. si pudiera salir lo haría. pensé si pudiera fundirme en algún grupo y perder mi identidad y mi voluntad por completo lo haría.

no me salía ser feliz aun. o si. no se. no me acuerdo. no me puedo concentrar porque se me derrumban los pensamientos que construí por años para decidir de que forma ser feliz. si mi vida empieza de cero, ¿qué hago?

no quería estar tan sola. la soledad es cada vez más profunda. me asfixiaba más y más, mientras miraba desde ese pozo a mis amigas hablando y riendo y bailando y festejando la vida. pero la soledad era horrible. me daba cada vez más miedo.

me pregunté «¿y si desperdicié mi vida?» y casi lloro. no quería morirme en ese mar. no quería aprender nada sobre eso que me comprime. no quería que nadie me hablara de lo cobarde que era.

la vida es un ciclo formado por ciclos formados por muchos ciclos.

 todos bailaban, se movían, sonreían. yo pensaba en que ya todo me aburría. la música, la televisión, la política, las amistades. no me interesaban las relaciones amorosas ni sexuales. ni mi futuro. ni mi pasado. no podía estudiar ni leer un libro. me sentía cansada.

¿qué me gusta? ¿qué espero de mi misma? ¿de verdad quería ser tan diferente a la gente que conocía? ¿quién soy cuando no estoy triste? no sé si lo que espero de los otros lo hago yo misma. si es así entonces las posibilidades de dejar de sentirme de esta forma son altas. dejar de sentirme tan sola. tan quieta. tan pequeña y estúpida.

el. lugar. estaba. oscuro. negro. profundo. cerrado. era una jaula. odio las jaulas.



(continua la prox. semana)

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