martes, 11 de septiembre de 2012

Anhedonia (Capitulo 18)

Fasciculo nro. 18 de la novela que el Club publica cada semana.
y como siempre, con la banda de sonido seleccionada por su autor, Bernabé Ferreyra.

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esta lila se deshoja,
desde sí misma cae

y oculta su antigua sombra.

he de morir de cosas así.

alejandra pizarnik, 'extracción de la piedra de la locura'.

hacía mucho frío.


sección i

el invierno es hermoso y triste. es seco. es vacío porque no hay nieve. solo hay frío y espera. no me confortaba esperarla en el hospital, ya se sabe.

 al tercer día, caminé por los alrededores, mirando los pájaros escondiéndose. necesitaba tomarme un baño. también necesitaba comer. caminé unas horas detrás del hospital. di varias vueltas por las mismas calles. mi estomago gritaba. busqué algún almacén o algo y esperé en una esquina, vigilando quien salía y quien entraba. una viejita salía sola con un carrito.

 la seguí. obviamente. no podía darme lujos como andar robando diamantes y jugando a escapar del interpol. cuando metió la llave en la puerta de su casa la detuve y la amenacé con una botella. empecé a revisar entre sus bolsas y le robé unas manzanas y galletitas.

en el fondo del hospital hay un árbol hermoso y entristecido. me senté en el y comí un poco.

me dormí mirando la ventana de la habitación en donde se encontraba ana.

desperté con una frazada tapándome el cuerpo del frío.
 
sección m
 
se llamaba marina.
estuvo tres años viviendo sola.
por dentro su casa era celeste y me invitó a pasar cuando traté de amenazarla otra vez con una botella. preparó unas ensaladas y me dijo que si quería podía bañarme. le dije:
pero no tengo otra ropa.
subimos a su habitación y me dijo que en unas cajas sobre su armario había ropa de su sobrina. dijo que no las podía bajar pero yo sí.
extrañaba bañarme y tirarme tranquila a dormir una siesta. extrañaba estar en casa. más bien, en una casa. es que no podía evitar sentirme tranquila. no podía evitar sentir ternura y cansancio. no puedo pasármela negando el afecto. gasto excesiva energía.
me conforta el silencio. me confortan sus charlas. nada más puro que la soledad compartida con una anciana.
esos días la acompañé a todos lados. a comprar al almacén, a visitar al doctor, incluso a cobrar la jubilación.
la seguí como un zombie. estaba al lado de ella, como una esclava en rehabilitación. sentía cierta protección materna de su parte debido a su fragilidad. me sentía muy cerca de ella y quería que me cuide porque ya no sabia a donde ir y qué hacer. me había liberado de todas las herramientas de las que disponía para lograr una vida cómoda.
la cuarta noche lloré dormida. sufría y mordía la almohada, tratando de extirpar con enorme rabia y desesperación estas decisiones de las que estaba dudado.
ella trató de despertarme y sin querer le golpeé el brazo. terminó tomándose unas pastillas para bloquear el dolor y despertó unas horas mas tarde con un moretón algo grande.
(continua la prox. semana)


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