y como siempre, con la banda de sonido seleccionada por su autor, Bernabé Ferreyra.
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sección f
se
siente como un taladro que avanza centímetro a centímetro a través de mis
oídos. el taladro va sacando de a poco pedazos de piel y la sangre brota,
caliente y sucia. va acercándose lentamente. se siente como si me metieran en
una trituradora gigante. las cuchillas van rompiendo de a poco los huesos, como
cuando se mete el brazo en un seca-ropas andando. se siente como meter el
cuerpo en un reloj gigante cuyos engranajes empiezan a atascarse en mi pecho y
van abriendo un agujero enorme. un agujero enorme que corroe sus límites. como
cuando cae acido en mi cara. como una plaga de insectos que comienzan a mutilar
mi piel. es como encontrarse en un accidente automovilístico y sentir cómo los
vidrios del parabrisa van incrustándose en la cara y luego quieren arrancarme
en pedazos mientras mi cuerpo es empujado por el auto a través del pavimento.
es como mi cara siendo empujada hacia el espejo.
me hierve la sangre.
es
como si mi cerebro fuera una tostadora. es como si mi cabeza pasara del estado
sólido al gaseoso. es como si me tiraran agua hirviendo en la cabeza. es como
tirarse de un edificio y sentir como se hunden mis dientes en la lengua.
sección g
por la tarde compró ropa nueva, nos planchamos el pelo y nos hicimos pasar por dos idiotas fluorescentes. a las dos de la mañana ella me llevó a bailar.
los
chicos coloridos se amontonaban y tomaban tragos divertidos. no puedo culparlos
¿te acordás del dos mil ocho? los chicos me miraban y en cierta manera sabían
que yo era una impostora. mi cabeza daba vueltas. estoy segura de que puse cara
de susto.
ana
dio vueltas por ahí, fumó algunos porros y después se sentó un poco inquieta.
fumó y fumó hasta que sus pulmones sobresalían de su pecho, negros como el
carbón. impuros. contaminados. sus pulmones estaban llenos de veneno. su sangre
era radioactiva. sus miradas estaban desesperadas. emanaba de su cerebro una
importante y seria cantidad de rayos gamma capaces de transformar un búfalo en
un cáncer gigante en treinta y siete segundos. yo tenía un poco de miedo. sabía
que algo iba a pasar. me dijo que tomara unas pastillas y las metió en mi boca.
tragué solo dos.
odio
la música electrónica. la odio. es muy estúpida.
odio el baile. es una forma de movimiento muy idiota, repulsivo y primal.
odio la fiesta.
me
da asco esta gente. los odio completamente. me levanté y tiré una botella de la
barra en donde bailaban. después volví a sentarme y me di cuenta que ana se
había puesto a discutir con un chico. y después una chica se metió en la
discusión.
no
me acuerdo tanto.
la
cosa se puso fea, pero no por mucho. no me acuerdo qué pasó en el medio, pero
terminé cuidándola en el baño de chicas mientras ella y el que decía ser el
dueño del club o algo así se drogaban y creo que algo más.
no
sé.a las seis y treinta y siete golpearon muy fuerte la puerta y nos despertaron.
(continua la prox. semana)
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